
Desde que Trump asumió el cargo, él, su gabinete de multimillonarios y Elon Musk han creado una abrumadora sensación de caos. Cada día, los anuncios de un nuevo ataque contra un nuevo grupo de personas o una nueva agencia se han estrellado sobre nosotros como implacables oleadas de tormenta. Se ha creado una atmósfera llena de miedo, ira, o a veces ambas cosas.
Empezaron atacando a los sectores más vulnerables de la población. Se aprovecharon con los inmigrantes indocumentados e infundieron miedo mediante redadas masivas. Detuvieron y deportaron indiscriminadamente a personas que sólo intentaban vivir y sobrevivir, a veces familias enteras.
Luego fue el recorte de los derechos legales y el acceso a la atención médica para las personas transgénero, especialmente dirigido a las personas trans jóvenes, prohibiéndoles practicar deportes en sus escuelas. Esto es un ataque a sus libertades y una táctica de intimidación contra las personas que no encajan en su estrecha visión de lo que es normal.
Luego atacaron a todos los trabajadores federales, muchos de los cuales son responsables de mantener en funcionamiento servicios y programas esenciales. Atacaron a los trabajadores por ser ineficaces e instaron a la gente a que renunciara, trabajara en otro sitio o fuera despedida. Más de 200.000 trabajadores han sido despedidos y otros tantos han renunciado o se han jubilado.
También recortaron las subvenciones federales, destinando enormes esfuerzos a la investigación científica y médica. Ahora, realizar estudios científicos que puedan mejorar la salud y la calidad de vida de millones de personas no es aceptable. Han atacado la búsqueda de la educación, despidiendo a 1.300 trabajadores del Departamento de Educación, con el objetivo de cerrar el Departamento por completo.
Los ataques se han extendido a castigar a cualquier persona, especialmente a la gente joven, que exprese su preocupación por la violencia y la opresión a las que nos enfrentamos. Mahmoud Khalil, estudiante de la Universidad de Columbia, que participó activamente en la oposición a la guerra genocida contra el pueblo palestino, ha sido detenido sin cargos penales y se le amenaza con la deportación, a pesar de que es residente permanente (titular de una tarjeta verde). La administración está dando un ejemplo de lo que ocurre cuando la gente alza la voz. La Universidad de Columbia ahora está siguiendo las demandas hechas por la administración Trump. Expulsaron y suspendieron a estudiantes y revocaron los diplomas de otros. Dejan que el ICE haga redadas en las habitaciones de los estudiantes en los alojamientos universitarios. Las instituciones que dicen perseguir el progreso y el conocimiento se están volviendo contra sus propias comunidades en nombre de mantener su financiamiento. Otras sesenta universidades también están siendo investigadas.
Se trata de ataques a nuestras libertades más básicas: ¡la libertad de expresión, de reunión e incluso de pensamiento! Hoy en día, los ataques se centran en estos pequeños grupos de personas o instituciones. ¡Pero estos ataques nos afectan a todos! Sentando estos precedentes, pueden criminalizar a quien consideren una amenaza para quienes se lucran con nuestra división.
El gabinete de multimillonarios de Trump deja claro quién dirige estos ataques y a qué clase sirven. Necesitan crear divisiones e infundir miedo para controlar a la mayoría de nosotros. Nos están cazando como a una presa, recortando nuestros derechos, con la esperanza de que estemos demasiado asustados y divididos para contraatacar.
Estos ataques no están aislados unos de otros. Y no sólo se dirigen contra grupos de personas marginadas. Solamente estamos tan seguros como los más vulnerables, lo que significa que todos somos vulnerables. Tenemos el deber de protegernos unos a otros. Y no tenemos más remedio que protegernos unos a otros si queremos una sociedad en la que merezca la pena vivir.
Nuestras vidas están conectadas tanto si nos vemos y nos conocemos, porque colectivamente somos los que realmente dirigimos la sociedad. No sólo aquí, en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Una vez que veamos que nuestros retos y preocupaciones no son cuestiones aisladas, podremos unificar nuestras luchas y unificar nuestra respuesta contra esta clase multimillonaria. Puede que nos veamos afectados de diferentes maneras, pero el agresor es el mismo. Debemos luchar contra los multimillonarios que nos explotan y se deshacen de nosotros para obtener sus beneficios. Cuando alguien nos hiere, debemos desarmar a nuestro atacante e impedir que hiera a nadie más. Sólo podemos hacerlo juntos. Algunos ya han empezado.
Howard Zinn, activista e historiador de los pueblos, escribió:
LA GENTE ES PRÁCTICA
Quieren el cambio pero se sienten impotentes, solos,
no quieren ser la brizna de hierba que
que sobresale por encima de las demás y es cortada.
Esperan la señal de otra persona
que dé el primer paso, o el segundo.
Y en ciertos momentos de la historia
hay ciertos intrépidos que corren el riesgo
de que si hacen ese primer movimiento otros les seguirán
lo suficientemente rápido como para evitar que les corten el paso.
Y si entendemos esto
podríamos dar ese primer paso…