A menudo, cuando las personas observan el estado actual del mundo, dicen: “Nada es posible, nada puede cambiar” o “Estoy listo, pero nadie más lo está”. Y luego, de repente, lo que parecía imposible ayer, parece posible hoy, y millones de personas están manifestándose en las calles de todo el mundo. Y los miedos que normalmente nos disuaden de actuar se desvanecen, y estamos decididos a que podemos y debemos actuar. Un incidente es la chispa que luego se convierte en fuego.
Vimos esto en diciembre del 2010, cuando los tunecinos se inspiraron por la autoinmolación de Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante de 26 años, protestando el trato que le daban los funcionarios locales. Miles salieron a las calles, y luego millones se unieron a las protestas de la Primavera Árabe, en todo el Medio Oriente.
Vimos la respuesta en mayo de 2020, cuando el brutal asesinato de George Floyd fue grabado en un teléfono celular y publicado. En todo EE. UU., y luego en todo el mundo, millones estaban en las calles, negándose a aceptar que la policía podía salirse con la suya.
Y ahora en Irán, hemos visto cómo la chispa se convierte en llamas. El 16 de septiembre, la llamada “policía de la moralidad” arrestó a una joven, Mahsa Amini, por el “delito” de negarse a usar el velo en su cabeza. La asesinaron en la comisaría. En respuesta, la gente de su ciudad salió a las calles, encabezada por mujeres jóvenes, al grito de “Mujer, Vida, Libertad”. A ellas se unieron muchos otros: minorías nacionales, estudiantes de primaria y universitarios, profesores, trabajadores, comerciantes y dueños de mercados. La ira popular ha crecido mucho en respuesta a cuarenta años de una dictadura brutal.
Están luchando contra el privilegio y la corrupción, y una tasa de inflación de más del 60%. Están exigiendo los derechos de las mujeres, el derecho a la educación y la salud, y una vida digna para las personas mayores. Pronto la clase trabajadora se unió a la lucha, con huelgas que incluyeron a los trabajadores petroleros. Son una sección poderosa de la clase trabajadora porque el petróleo es muy importante para la economía iraní. Y tienen una larga historia y tradición de lucha militante y autoorganización.
Muy rápidamente, los lemas populares pedían un cambio de régimen, incluyendo “Muerte a Khamenei”, el líder supremo de Irán, y “No lo llames protesta”, “Llámalo revolución”, que gritaron estudiantes universitarios en videos compartidos en línea. Ha habido manifestaciones en todo el mundo de iraníes en el exilio y de otros que muestran su simpatía y apoyo. Las protestas en Irán se han enfrentado a una feroz represión. Después de un mes de protestas, se informa que más de 12,500 personas fueron arrestadas y más de 250 asesinadas, incluyendo niños. Las personas han sido torturadas y golpeadas por la policía, la Guardia Revolucionaria y el ejército.
¿Adónde podría ir? Tal vez el régimen todavía esté lo suficientemente arraigado y lo suficientemente poderoso como para tomar medidas enérgicas y detener la lucha por ahora. Los gobernantes de EE. UU. y Europa, y otras potencias, harán todo lo posible para tratar de encontrar una solución utilizando a los líderes empresariales y políticos locales. Pueden pensar que necesitan reemplazar la dictadura islámica, pero quieren mantener las cosas bajo el control de los ricos y poderosos.
Pero también es posible que el régimen y los ricos y poderosos del mundo no logren detener esta revuelta. ¿Tal vez veremos un cambio en el equilibrio de fuerzas? ¿Quizás la clase obrera iraní, apoyada por el pueblo iraní, profundice y fortalezca su lucha? ¿Tal vez veremos una posible victoria de un movimiento social, donde la clase obrera juegue un papel decisivo? ¿Quizás es el comienzo de una revolución social?
Esta movilización de la mayoría —aquellos que producen todos los bienes y hacen funcionar la sociedad— también puede paralizar la sociedad. ¿Podría abrir las posibilidades para la creación de una nueva sociedad? El mundo entero está viendo.
¡La lucha iraní también es nuestra lucha!
