El Día del Trabajador es un fin de semana largo con asados y reuniones familiares, al menos para los que realmente tenemos el día libre. Vendrá acompañado de discursos electorales con promesas de impulsar la economía para mejorar la vida de los trabajadores. Pero tanto si las promesas vienen de los republicanos como de los demócratas, no durarán. El futuro real que prometen a los trabajadores es más de lo mismo: deuda, salarios estancados, inflación y tener que soportar el peso de una economía que no funciona para nuestras necesidades. Teniendo esto en cuenta, vale la pena recordar por qué tenemos un día festivo llamado Día del Trabajo, y de dónde viene el verdadero cambio para los trabajadores.
El Día del Trabajo nació de la lucha por una semana laboral más corta. En 1882, muchos obreros trabajaban días laboralde 12 horas, seis y siete días a la semana, a pesar de que había muchosdesempleados. Los trabajadores de la década de 1880 empezaron a desafiar esta situación y a organizarse para luchar por una vida mejor para la clase trabajadora.
En Nueva York, el lunes 5 de septiembre de 1882, los trabajadores organizaron una marcha para pedir días de trabajo más cortas, salarios más altos, condiciones de trabajo más seguras y un día festivo para celebrar el trabajo. La marcha se convirtió en un evento anual y se extendió a otras ciudades y estados, y pocos años después ciudades y estados empezaron a declarar el primer lunes de septiembre fiesta de los trabajadores. Aunque los políticos acabaron convirtiendo el Día del Trabajo en una fiesta nacional, al principio fue una fiesta fundada localmente por la clase obrera.
Pero en 1886 la fiesta obrera de septiembre se vio eclipsada por un acontecimiento mucho más importante. En los primeros días de mayo de 1886, los trabajadores de todo EE.UU. se declararon en huelga para reducir su día laboral a ocho horas. Su eslogan era: «¡Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir, ocho horas para lo que queramos!». Este movimiento por las ocho horas fue recibido con una brutal represión, especialmente en Chicago, donde los trabajadores estaban más organizados y dirigidos por socialistas revolucionarios que intentarontransformar la sociedad y acabar con la explotación capitalista. Las autoridades de Chicago detuvieron y juzgaron a ocho de los líderes obreros bajo falsos cargos de instigación a la violencia, pero en realidad fueron juzgados por su papel como líderes del movimiento y pensadores revolucionarios. Fueron condenados a muerte y cuatro fueron ejecutados, mientras que uno se suicidó en prisión. En honor a los mártires de Chicago, el movimiento obrero internacional declaró el 1 de mayo fiesta de los trabajadores, y se celebró para honrar a los muertos y organizarse para el futuro. Los patrones habían convertido a los líderes del movimiento en una inspiración para las futuras luchas obreras.
La lucha de clases no podía detenerse con la represión, y en 1894, ante los recortes salariales, el aumento de horas y los despidos, los trabajadores del ferrocarril y de otros sectores iniciaron una huelga nacional que paralizó el sistema ferrocarril del país. Se enviaron tropas federales para poner fin violentamente a la huelga con el fin de proteger los beneficios de los propietarios.
Tras la huelga, los políticos buscaron formas de calmar la conciencia de los trabajadores. Declararon el Día del Trabajo fiesta nacional, basada en la antigua fiesta de los trabajadores en septiembre. Esto no era un honor para el movimiento obrero. Era una forma de que los políticos afirmaran que representaban a los trabajadores y evitar que los trabajadores de EE.UU. celebraran su solidaridad con los trabajadores de todo el mundo.
Mucho ha cambiado desde 1882, pero mucho sigue igual. Seguimos siendo muchos los que trabajamos demasiadas horas y millones los que no encuentran trabajo. La solución sigue siendo la misma: es necesaria una lucha organizada por el pleno empleo con menos horas y sin recortes salariales.
A los políticos de hoy, como en el pasado, les gustaría que aceptáramos el Día del Trabajo como «nuestra» fiesta, para comer, beber y escuchar sus discursos. Pero hicieron del Día del Trabajo un día festivo oficial porque tienen miedo de que nos organicemos independientemente de ellos. Celebremos la verdadera fiesta de los trabajadores el 1 de mayo organizando nuestras fuerzas, recordando a los mártires de Chicago y retomando la lucha por el mundo que todavía necesitamos hoy: seguridad, protección, libertad frente a la explotación y tiempo para disfrutar de la vida, ¡todas las cosas que los ricos, sus corporaciones y sus políticos quieren negarnos!