Ellos no tienen soluciones para nosotros

Desde que Trump se convirtió en presidente, la realidad de esta supuesta democracia ha estado a la vista de todos. Los republicanos en el Congreso se han sometido a todas sus demandas. Y los demócratas apenas han expresado oposición. Algunos jueces han emitido sentencias oponiéndose al más flagrante desprecio de las leyes. Pero la última palabra la tiene un Tribunal Supremo que ya ha concedido a Trump el indulto para todo lo que pueda hacer.

Trump y su gabinete de lacayos multimillonarios creen que ya no tienen que enmascarar el funcionamiento de una sociedad que les beneficia a costa de la mayoría. Para ello, tienen que seguir convenciendo a suficientes personas de que lo que están haciendo representa los intereses de la América REAL. Este país imaginado es mayoritariamente blanco, cristiano y dominado por hombres (ricos).

Tienen que crear enemigos potenciales a los que atacar: inmigrantes, estudiantes que se oponen al genocidio en Palestina, trabajadores del gobierno que supuestamente no hacen su trabajo, profesores que desafían a los alumnos a pensar y aprender y no sólo a obedecer.

Han instaurado un clima de miedo entre millones de personas que forman parte de la sociedad pero no tienen la ciudadanía plena. Envían a personas armadas, con capuchas y máscaras, para arrebatar de la calle a Rumeysa Ozturk, estudiante internacional de posgrado, y enviarla a un centro de detención a más de mil kilómetros de su casa. No se la acusa de ningún delito, a menos que fuera por expresar su opinión en un periódico estudiantil sobre la respuesta de su universidad a los estudiantes que protestan contra el genocidio en Palestina. Las personas identificadas como inmigrantes son arrestadas, detenidas y deportadas sin audiencia. Otros son catalogados como terroristas por tener tatuajes y se les envía a una prisión de El Salvador.

Los trabajadores federales son despojados de sus derechos sindicales y despedidos por miles. Y ahora el régimen de Trump ha redoblado sus ataques contra la Seguridad Social, Medicaid y los cupones de alimentos, y ha despedido a decenas de miles de empleados federales que prestan servicios esenciales en toda nuestra sociedad, desde dirigir el tráfico aéreo hasta hacer frente a las crisis de salud pública, y mucho más. Esta administración ya no se esconde detrás de ninguna pretensión de que se preocupan por nuestros derechos o bienestar. Por el contrario, están trabajando para privatizar estos servicios para aumentar sus beneficios a nuestra costa.

Casi todos los que dirigen las instituciones de la sociedad -como los tribunales, los grandes bufetes de abogados, las universidades y las organizaciones que trabajan para cambiar el sistema- están siendo alineados y amenazados para que cooperen o, de lo contrario, pierdan el financiamiento o incluso enfrenten cargos penales.

El Partido Demócrata no está mostrando ningún signo de resistencia más allá de seguir como siempre, y tal vez expresar una leve indignación. Si no pueden hacer nada en el Congreso, ¿por qué quedarse ahí sentados? ¿Por qué no se dirigen al pueblo al que supuestamente representan y nos animan a movilizar nuestras fuerzas? Ellos también representan a los multimillonarios.

Está claro que no podemos confiar en ellos para que nos representen. Nuestros intereses no pueden ser protegidos por un gobierno que gestiona un sistema basado en nuestra explotación por parte de la clase multimillonaria que posee y controla los recursos de la sociedad y se apropia de la riqueza que producimos.

Si ellos pueden reorganizar la sociedad, nosotros también. Pero es imposible utilizar las herramientas y métodos políticos que se desarrollaron para mantener su control sobre nosotros para trabajar por nuestros intereses y por la mejora de nuestro mundo.

Podemos y debemos construir algo diferente. No podemos seguir contemplando la destrucción diaria de nuestras vidas y de la vida tal y como la conocemos en nuestra Tierra. Cada uno de nosotros puede hacer algo. Y no estamos solos. Algunas personas ya han empezado. Hay protestas, grandes y pequeñas, de trabajadores del gobierno y sus partidarios, estudiantes, trabajadores de la salud y jubilados que defienden su futuro y el de las próximas generaciones.

Lo que ocurra depende e que cada uno de nosotros haga algo. Hablar con nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo, estudiantes, vecinos y otros puede ser un comienzo. No comprenderemos nuestro poder hasta que empecemos a utilizarlo. Una vez en movimiento, surgen nuevas posibilidades. Juntos podemos unirnos a acciones planificadas u organizar las nuestras propias. Hay manifestaciones por todas partes.

Hay manifestaciones nacionales previstas para el sábado 5 de abril. Y se acercan el Día de la Tierra y el Primero de Mayo. Puede parecer difícil, ahora mismo, imaginar nuestras posibilidades. Pero las reformas, como la Seguridad Social, Medicare y Medicaid, las protecciones medioambientales, los derechos civiles básicos y el derecho a tener sindicatos, se consiguieron gracias a luchas pasadas de gente como nosotros. Tenemos que ir más allá de intentar reformar este sistema. Por el contrario, al oponernos a los ataques actuales, debemos tener la meta de crear un nuevo sistema que represente a la mayoría, no a los que hoy están en el poder.

HIT US UP ON SOCIAL MEDIA