“El arco del universo moral es largo pero se curva hacia la justicia”

Las palabras anteriores fueron las pronunciadas por MLK Jr. en marzo de 1967, en el apogeo de los movimientos sociales que luchaban por la justicia racial, la igualdad económica y el fin a la política imperialista de EE. UU. en Vietnam. Ahora que nos adentramos en febrero, centrado en la historia Afroamericana, estas palabras son muy relevantes hoy en día.

Nos enfrentamos al quinto mes de la guerra genocida israelí contra los palestinos, totalmente apoyada con nuestros impuestos y el ejército estadounidense. Y en Estados Unidos vemos un crecimiento de las fuerzas políticas de extrema derecha, encabezadas por Donald Trump, con crecientes ataques contra nuestros derechos y libertades civiles.

Martin Luther King Jr. era un ministro cristiano y uno de los líderes más prominentes en el movimiento de los Derechos Civiles, desde 1955 hasta su asesinato en 1968. Participó y lideró marchas en el Sur por el derecho al voto, la desegregación y los derechos laborales. Entre ellas, el boicot de autobuses de Montgomery de 1955, las protestas de 1963 en Birmingham, Alabama, y muchas más. Fue uno de los líderes de la Marcha de 1963 en Washington, donde pronunció su discurso “Tengo un sueño”.  Ayudó a organizar dos de las marchas desde Selma a Montgomery, durante el movimiento por el derecho al voto de 1965 en Selma, Alabama. Fue detenido al menos 29 veces. El FBI lo convirtió en objeto de su programa secreto COINTELPRO (Programa de Contrainteligencia) desde 1963 hasta su asesinato el 4 de abril de 1968.

A pesar de las fuertes presiones para que guardara silencio, King habló públicamente contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Calificó la guerra de ” salvajismo moral” y dijo que Estados Unidos era “el mayor proveedor de violencia en el mundo actual”. Asoció su oposición con la lucha por la igualdad racial y la justicia económica. En su discurso, durante una manifestación contra la guerra el 4 de abril de 1967, en la ciudad de Nueva York, describió “ver negros y blancos en las pantallas de televisión mientras matan y mueren juntos por una nación que ha sido incapaz de juntos en las mismas escuelas”.    

Él dijo: “Una verdadera revolución de valores pronto mirará con inquietud el evidente contraste entre pobreza y riqueza. Con justa indignación, mirará a través de los mares y verá a capitalistas individuales de Occidente invirtiendo enormes sumas de dinero en Asia, África y América del Sur, sólo para sacar los beneficios sin ninguna preocupación por la mejora social de los países…”. Y continuó: “… como nación debemos experimentar una revolución radical de valores. Debemos iniciar rápidamente el cambio de una sociedad orientada a las cosas a una sociedad orientada a las personas”.

Además de oponerse a la guerra de EE. UU. en Vietnam, empezó a abordar directamente las causas de la pobreza. En 1968, comenzó a planear una ocupación nacional de Washington, D.C., que se llamaría “Campaña de los Pobres”. En marzo de 1968, King fue a Memphis, Tennessee, para apoyar una huelga de trabajadores sanitarios que luchaban por salarios más altos y un trato igualitario con los trabajadores blancos. Durante esta visita fue asesinado. Tras su muerte, otros activistas organizaron la Campaña de los Pobres que él había iniciado, para exigir derechos económicos y humanos para los estadounidenses pobres de diversos orígenes. Los participantes montaron un campamento de 3.000 personas durante seis semanas en la primavera de 1968 y presentaron sus demandas al Congreso.

Él identificó el problema, pero no el camino hacia una solución que no fuera presionar a los poderes establecidos. En la década de 1960, muchos activistas, identificaron el sistema capitalista como la causa de sus problemas. Y algunos comenzaron a organizarse para oponerse al propio sistema.

Hoy, frente a la amenaza de la guerra global, el cambio climático, y el auge de las fuerzas de extrema derecha debemos ir más allá de la mera movilización para oponernos al mortífero funcionamiento diario del capitalismo. Tenemos que organizarnos en nuestros lugares de trabajo, barrios, escuelas y más allá. Nosotros necesitamos unir las fuerzas de los pobres y los trabajadores y nuestros aliados en todo el mundo para acabar con el capitalismo y el dominio de una minoría. Sólo entonces podremos crear una sociedad dirigida por y para la mayoría, basada en la igualdad, la colaboración y la paz. Entonces podremos por fin inclinar el arco del universo moral hacia la justicia.

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