La huelga de los trabajadores automotrices muestra nuestras posibilidades

Al iniciar la tercera semana de huelga, el viernes pasado, el presidente del sindicato UAW (United Auto Workers), Shawn Fain, convocó a la huelga a otros 7,000 trabajadores de dos plantas de montaje. Los trabajadores de la planta Ford de Chicago construyen el Ford Explorer, el Police Interceptor Utility y el Lincoln Aviator, y la planta de GM en Lansing, Michigan, fabrica SUVs de tamaño mediano. Ahora 25,000 de los más de 146,000 trabajadores automotrices del UAW están en huelga.

Fain dijo que ha habido “movimiento” por parte de Stellantis, por lo que no habrá nueva huelga contra sus plantas. La estrategia de la huelga “Standup”, contra determinadas plantas, pretende utilizar el elemento de huelgas sorpresa para obligar a las empresas automotrices a negociar.

La huelga está teniendo cierto impacto en las empresas automotrices. Pero los dirigentes sindicales dicen que en realidad no están negociando. Las empresas también están respondiendo, despidiendo trabajadores donde la producción no es necesaria debido a la huelga. En algunas plantas, los trabajadores se han organizado para negarse a hacer horas extras para retrasar la producción y algunos patrones han amenazado con disciplinarlos o despedirlos. En algunas plantas en huelga, se ha contratado a rompehuelgas y supervisores para que hagan parte del trabajo. Y en otras, los trabajadores han sido atropellados por coches conducidos por rompehuelgas.

Los políticos aprovecharon la publicidad de la huelga. Fain invitó a Biden a hacer una aparición en una planta en huelga de distribución de repuestos de GM en las afueras de Detroit. Y al día siguiente, Trump organizó su mitin dentro de una planta de repuestos no sindicalizada, en las afueras de Detroit. Tomarse fotos en las plantas para estos políticos se trata de sus campañas electorales, no de lo que necesitan los trabajadores.

Es difícil predecir el resultado de esta huelga. Pero, al igual que otras negociaciones contractuales recientes, el impacto ha ido más allá de la cuestión de dólares y centavos. Fain ha hablado de la guerra de clases que se ha librado contra los trabajadores automotrices y otros trabajadores. Las increíbles ganancias de los “tres grandes” fabricantes de automóviles (250 mil millones de dólares en la última década y cerca de 21 mil millones de dólares en los primeros seis meses de este año) se han producido a expensas de las vidas y los medios de subsistencia de los trabajadores del sector automovilístico.

Como la mayoría de los trabajadores, sus salarios han estado cayendo muy por debajo de la tasa de inflación. Un sistema de niveles que contrata nuevos trabajadores a 17 dólares la hora mantiene a los trabajadores en un estatus temporal durante años. Y la única manera en que los trabajadores pueden llevarse a casa un sueldo que equivalga a algo es entregando sus vidas a trabajar horas extras, lo que también crea graves riesgos para la salud y la seguridad. Los trabajadores del sector automovilístico, que hace años estaban entre los trabajadores mejor pagados de Estados Unidos, ahora pueden ganar menos que un trabajador de McDonald’s.

Las demandas de esta huelga plantean cuestiones que van más allá de las llamadas cuestiones de “pan y mantequilla”. La cuestión de más tiempo libre remunerado para estar con las familias (una semana laboral más corta, con 32 horas de trabajo por 40 horas remuneradas) es un desafío a la super explotación de los trabajadores en las plantas. Permitiría a los trabajadores dedicar menos tiempo a producir ganancias para las corporaciones y más tiempo a lo que elijan. También crearía más puestos de trabajo.

La huelga también ha planteado la cuestión del derecho al empleo. El futuro de muchos trabajadores del sector automovilístico es incierto con la conversión a vehículos eléctricos (EV), cuyo montaje requiere menos trabajadores. Las nuevas plantas de baterías son empresas conjuntas con empresas chinas y surcoreanas. ¿Estarán sindicalizadas estas plantas?

La huelga también ha abierto una discusión más amplia sobre el poder de la clase trabajadora y la necesidad de que los trabajadores participen en la lucha por lo que necesitan, y la importancia de una solidaridad real en toda la clase trabajadora.

La estrategia de huelgas “sorpresa” significa que las huelgas se han organizado de arriba hacia abajo. Esto ha dejado a muchos trabajadores con poco que hacer más que esperar y ver si su planta será convocada a unirse a la huelga y cuestionarse si esta huelga realmente está utilizando el poder que los trabajadores podrían movilizar. Aún así, muchos trabajadores automotrices están entusiasmados con la huelga y en las plantas que no están en huelga han participado en “piquetes de práctica”.

Hay mucho que podemos aprender de esta huelga: sin luchar, los trabajadores seguirán entregando nuestro futuro a la clase multimillonaria que nos quitará todo lo que pueda. Una pelea no significa un equipo negociador, negociando en secreto y ocasionalmente golpeando la mesa con los puños. Significa que los trabajadores tenemos voz y voto real sobre cuáles son las demandas, organizamos nuestras fuerzas y llevamos nuestra lucha a otros lugares de trabajo y al público en general. Significa prepararse y organizarse con anticipación y no esperar a que expiren los contratos. No podemos darnos el lujo de sentarnos y esperar y desear lo mejor.

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