El 22 de abril es el Día de la Tierra, un día en el que cada año millones de personas de todo el mundo demuestran su preocupación por el medio ambiente. Comenzó en 1970 como respuesta a los desastres medioambientales, como el vertido masivo de petróleo frente a la costa de California (en aquel momento el mayor vertido de petróleo de la historia de Estados Unidos) y el incendio del contaminado río Cuyahoga en Cleveland, Ohio.
Hoy, cuando pensamos en el Día de la Tierra, no sólo pensamos en incidentes aislados como los vertidos de petróleo, por muy horribles que sean. Hoy pensamos en el calentamiento global, en la crisis climática que amenaza la vida en todos los rincones del planeta.
El Día de la Tierra es una buena oportunidad para llamar la atención sobre las catástrofes climáticas que se producen cada vez más cada año en todo el mundo. Sin embargo, ¿designaríamos un día al año para llamar la atención sobre la guerra asesina contra el pueblo de Ucrania? No. Es una emergencia. El calentamiento global exige una acción urgente e inmediata para detener el horror.
Según al menos un estudio científico publicado en 2021, para el periodo 2000-2019, el cambio climático ya ha causado unos cinco millones de muertes adicionales al año en todo el mundo. Y la situación no hace más que empeorar.
La extracción y quema de petróleo, gas y carbón ha llenado nuestra atmósfera con más dióxido de carbono que nunca en la historia de la humanidad. Ha creado un manto que atrapa el calor y que provoca sequías más frecuentes en algunas zonas, como el suroeste de EE.UU., y lluvias severas más frecuentes en otras, provocando inundaciones épicas. Las sequías destruyen las tierras de cultivo y aumentan la crisis del suministro mundial de alimentos, al mismo tiempo que el aumento del nivel del mar envenena los campos de la agricultura costera.
Según las Naciones Unidas, desde 2010, casi 22 millones de personas se han convertido en refugiados, obligados a abandonar sus hogares debido a desastres repentinos o a cambios más prolongados que han destruido sus casas, campos y ciudades. Los científicos predicen que el número total de refugiados podría aumentar a más de 200 millones para el año 2050. Estos refugiados no sólo se enfrentan al desastre de verse obligados a abandonar a sus familias, comunidades y medios de vida, sino también a la criminalización cuando intentan hacer una nueva vida. La Unión Europea y Estados Unidos han militarizado sus fronteras y han rechazado o perseguido a los refugiados con una brutalidad despiadada. Miles de personas han perdido la vida en embarcaciones en el Mediterráneo, al intentar huir de sus entornos degradados, asolados por la explotación colonial, y el calentamiento de sus tierras que se deriva de ella. Y, por supuesto, aquí, en la frontera con Estados Unidos, la gente muere cada día escapando de la dura sequía del Corredor Seco de Centroamérica, mientras los políticos, lacayos de las corporaciones estadounidenses adictas al petróleo, vomitan odio racista contra ellos.
Los científicos llevan décadas haciendo sonar la alarma climática. Los llamados líderes del mundo han reconocido la crisis. En la reunión sobre el clima de 2015 que dio lugar a los Acuerdos de París, los gobiernos de 196 países acordaron tomar medidas para limitar el calentamiento global. Pero en el acuerdo no había medidas de cumplimiento. Todo fue un espectáculo. Los grandes especuladores mundiales de los combustibles fósiles y todos los demás capitalistas vinculados a ellos no tienen intención de renunciar a su petróleo, gas y plástico que siguen generando enormes beneficios. La conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima celebrada el año pasado en Glasgow, Escocia, también mostró la falta de voluntad de los gobernantes del mundo para tomarse en serio la emergencia.
Los grandes capitalistas y sus políticos han demostrado una y otra vez que no les importa. Pero no debemos permitir que sigan destruyendo el aire, el agua y la tierra. Debemos tratar esto como la crisis que es, no como algo del futuro. Tenemos que encontrar la forma de luchar y hacerlo de forma agresiva. El 1% está atacando a todos en el mundo. Todos tenemos que resistir y reemplazar el capitalismo – por cualquier medio necesario.
¡Haz que cada día sea el Día de la Tierra!