¿Una semana laboral de 32 horas?

Fotógrafo: Al Drago/Bloomberg via Getty Images

Hace algunas semanas, el senador Bernie Sanders presentó presentó oficialmente una nueva legislación que propone reducir la semana laboral a 32 horas, más allá de las cuales se exigiría el pago de horas extras, y sin reducción salarial para los trabajadores que ya trabajan a jornada completa. Una idea similar fue propuesta el año pasado por el presidente de United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, poco antes de que los trabajadores de GM iniciaran una huelga. ¿Significa esto que pronto se aprobará esta ley y que se producirá un gran cambio en nuestras vidas? Bueno… sí y no, y no exactamente en la manera en que se promueve.

Primero, es evidente que los trabajadores laboran excesivamente por salarios muy bajos. La productividad ha aumentado dramáticamente desde 1950 y los trabajadores no han sido compensados justamente, ni han obtenido el beneficio de trabajar menos. En realidad, esto solo ha significado que los ricos se enriquecen aún más. Esto se debe a que los capitalistas han hecho más eficientes nuestras jornadas laborales con nuevas tecnologías, nuevos materiales, nuevos formatos y prácticas de trabajo, y han ganado más y más del creciente excedente producido por nuestro trabajo. Nos dan un poco, pero no más de lo que deben, es decir, no más de lo que se ven obligados a dar. Así que es necesaria una reducción de la semana laboral sin recorte salarial. Pero debemos exigir mucho, mucho más.

Desde finales de los años setenta, la productividad de los trabajadores ha aumentado cuatro veces más en comparación con lo que se paga por ese mismo trabajo. La mayor parte del excedente de nuestra aumentada productividad ha ido a nuestros jefes. Esto significa que ajustar el salario con el aumento de la productividad requeriría un incremento salarial del 300 o 400 por ciento. De igual modo, podríamos demandar trabajar un tercio o un cuarto menos de lo que trabajamos hoy. Si esto se implementara, tendríamos en promedio una semana laboral de 10 o 20 horas en toda la nación.

Sabemos que dentro de nuestro sistema capitalista, donde el gobierno representa sus intereses, los empleadores no van a renunciar a obtener menos ganancias para concedernos ese tipo de aumento o reducción de la carga laboral. Nos dicen cómo, cuánto y qué producir. Estas decisiones no solo las toman ellos, también ocultan cuánto ganan de nuestro trabajo y quién es el que les está generando tanta riqueza. Pero, en realidad, si los trabajadores exigieran verdaderamente nuestra “parte justa” de lo que producimos, estaríamos destrozando la fuente de su riqueza, su razón de ser como capitalistas.

Sanders y Fain intentan reformar un sistema que parece irreformable. Han habido momentos en que el gobierno estadounidense ha implementado reformas que beneficiaron a los trabajadores, pero estos momentos fueron el resultado de movimientos sociales y la lucha laboral. Ejemplos incluyen las huelgas de 1934 que presionaron al presidente Roosevelt para apoyar derechos y protecciones para los trabajadores, o el movimiento de derechos civiles en los años 50 y 60 que presionó al presidente Johnson para promulgar leyes en favor de los derechos de las personas afroamericanas, cambiando las leyes racistas de la época.

Bernie Sanders ha propuesto ideas “radicales” por décadas, llevando a los trabajadores a dar credibilidad al Partido Demócrata, donde sus ideas radicales son frecuentemente ignoradas. Por ejemplo, después de criticar a Hillary Clinton durante las elecciones de 2016, terminó apoyándola. De manera similar, después de criticar a Joe Biden en 2020, cambió y comenzó a darle su apoyo. Podemos suponer que hará lo mismo este año. Y Fain, mientras mencionó la propuesta de la semana laboral de 32 horas antes de la huelga de UAW, nunca la planteó seriamente en la negociación. No permitió que los trabajadores de base tuvieran control sobre su propia huelga, ya que nunca convocó a más del tercio de los trabajadores de UAW a participar en ella.

El único modo en que nosotros, la clase trabajadora, hemos obtenido algo ha sido cuando luchamos contra quienes nos explotan. Mientras existan personas que se beneficien de nuestro trabajo, tendremos que luchar contra sus intereses para mejorar nuestra calidad de vida.

Tenemos el poder de luchar por lo que necesitamos. No necesitamos las propuestas de Sanders en el Congreso, no necesitamos el permiso de Fain, y claro, no podemos esperar que el cambio venga del resto del sistema político. Solo podemos confiar en nosotros mismos. Y cuando lo hagamos, cuando construyamos nuestro poder, entonces mucho más que una semana laboral de 32 horas será posible.

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