La frontera entre Estados Unidos y México vuelve a estar en el centro de atención. En los últimos tiempos, los políticos de derecha han intensificado una campaña política, especialmente en la frontera de Texas. El gobernador de Texas, Greg Abbott, formó recientemente lo que denominó la Fuerza Táctica Fronteriza de Texas para impedir la entrada de refugiados a Estados Unidos, después de que sus fuerzas tendieran alambre de púas mortífero a lo largo del Río Grande.
No es sorprendente que, a medida que nos acercamos a la temporada electoral, esta postura política en la frontera se haya intensificado. Abbott ha declarado que la situación en la frontera es una “invasión extranjera”, alegando que Texas tiene que actuar en defensa propia. Uniéndose a esta grandilocuencia, 25 gobernadores se han comprometido a apoyar a Abbott. Han animado a la caravana de camiones y coches de activistas antimigrantes “Recuperemos nuestra frontera” a unirse a ellos.
Recientemente, los demócratas presentaron uno de los propuesta de ley fronterizos más antiinmigración. Esto facilitaría a la Patrulla Fronteriza el cierre efectivo de la frontera, la negación de la entrada a gente y dificultaría la obtención de asilo. Los republicanos se alinearon en contra, no porque no estén de acuerdo con las políticas, sino porque no quieren dar a los demócratas ninguna posible victoria política en un año electoral.
Más allá de los juegos políticos, ¿qué está ocurriendo realmente? Se calcula que alrededor de tres millones de personas cruzaron la frontera sur en 2023. A nivel mundial, se calcula que hay 110 millones de personas desplazadas por la fuerza. ¿Por qué millones de personas arriesgan sus vidas para abandonar sus hogares y venir a Estados Unidos o Europa?
Estas personas son víctimas de un sistema que no conoce fronteras: el capital fluye a cualquier lugar donde pueda obtener lucro de la explotación de labor barato o de la tierra. Ha destruido la agricultura tradicional, sustituyendo las pequeñas explotaciones por plantaciones masivas de cultivos para la exportación. En Guatemala, innumerables personas han sido expulsadas de sus tierras, donde podían cultivar alimentos para comer y vender. Sus granjas se han transformado en grandes plantaciones de cultivos comerciales como el aceite de palma para la exportación. Como resultado, la gente no puede cultivar alimentos ni permitirse comprar alimentos importados.
El sistema de producción capitalista mundial también está alterando el clima, secando zonas que antes eran fértiles y convirtiéndolas en regiones donde la gente no puede cultivar. Los agricultores de toda América Central han sufrido muchas sequías en la última década, lo que ha provocado que comunidades enteras pierdan sus medios de vida. La imposición de sanciones económicas a Venezuela ha provocado una crisis económica interna, con un aumento por las nubes de la desnutrición. En estas condiciones, ¿cómo podría la gente no marcharse para sobrevivir? Esto no es inmigración, ¡es migración forzada!
Los capitalistas de Estados Unidos y de los países ricos de Europa utilizan una estrategia de divide y vencerás para poner a los trabajadores de sus países en contra de estos migrantes desesperados, para mantenernos a todos a su merced. Nos dicen que los migrantes “nos quitan el trabajo”. Pero los estudios han demostrado que esto no es cierto. Los emigrantes suelen trabajar en los empleos peor pagados. Los capitalistas dicen que los migrantes “agotan los recursos del gobierno”. ¡No es cierto! Los emigrantes contribuyen billones de dólares a la economía y decenas de billones de dólares a los impuestos anuales y son menos probable, por ejemplo, a utilizar las salas de emergencia.
Tanto demócratas como republicanos no ofrecen soluciones reales a los problemas a los que nos enfrentamos: inflación, bajos salarios, desempleo, colapso de los servicios sociales y mucho más. Sólo ofrecen chivos expiatorios. Intentan superarse unos a otros atacando a las víctimas más vulnerables de este sistema. Estos políticos quieren que veamos a las personas expulsadas de sus hogares como el problema, cuando es el sistema que defienden el responsable.
Quieren que veamos a los inmigrantes como una amenaza. No podemos permitirnos caer en sus mentiras y ponernos en contra de los trabajadores que están en una situación aún peor que la nuestra. Tenemos que ver nuestros intereses comunes y utilizar juntos nuestro poder colectivo para organizar nuestras fuerzas y luchar contra el verdadero enemigo.
Nuestras luchas no deben tener fronteras.