La gripe aviar es un producto de la producción industrial de alimentos

Origen de la imagen: Animal Equality International vía The Human League

Desde principios de 2022 se han sacrificado (matado) más de 82 millones de pollos en Estados Unidos para evitar una mayor propagación de la gripe aviar H5N1. El virus se denomina gripe aviar porque ese el tipo de vida en el que se originó, pero recientemente ha demostrado la capacidad de mutar y propagarse a otras formas de vida, un hecho que un epidemiólogo calificó de “alarmante”.

A pesar del sacrificio masivo de aves, la gripe sigue propagándose, y ahora se ha abierto camino en al menos 13 rebaños de vacas lecheras en todo EE.UU., e infectado al menos a dos trabajadores agrícolas. Este salto de los pollos al ganado y ahora a los seres humanos plantea la cuestión de si la gripe seguirá mutando, haciendo más probable que se propague con mayor facilidad a otras especies, incluidos más seres humanos. Aunque todavía no ha sucedido, lo que realmente preocupa a los epidemiólogos es la posibilidad de que desarrolle “nuevas funcionalidades” que faciliten su propagación de otros mamíferos a los humanos y de un humano a otro.

Aunque hasta ahora creen que el riesgo para los trabajadores que no pertenecen a las granjas es bajo, les preocupa que pueda producirse rápidamente un cambio cualitativo que haga a los humanos más vulnerables.

Esto se debe a que el 99% de la carne producida en Estados Unidos se produce en granjas factoría, que en realidad son edificios a escala industrial (más bien cobertizos) que alojan decenas de miles de animales comprimidos en espacios muy cerrados. Dentro de estas estructuras y en estas condiciones, los agentes infecciosos patógenos se propagan con facilidad. En el caso particular de los pollos, han sido genéticamente homogeneizados durante décadas para maximizar la producción de carne, haciéndolos más susceptibles a otros problemas generales de salud, infecciones y muerte prematura. Un activista por los derechos de los animales que se especializa en la producción de carne afirmó que “si se quisiera crear el entorno ideal para fomentar la mutación de patógenos, las granjas industriales serían más o menos la configuración perfecta”. Otro crítico del sistema de producción de alimentos, el virólogo Rob Wallace, ha dicho que las granjas industriales “son la mejor manera de crear los patógenos más virulentos posibles”.

Para empeorar las cosas, las políticas federales no hacen nada para disuadir a los productores de carne de incrementar su tamaño. El gobierno no sólo no hace nada para subvencionar la agricultura ecológica local, que por sí misma puede minimizar la probabilidad de brotes y mantener la diversidad genética que permite a los animales luchar contra los virus, sino que en realidad subvenciona la producción a gran escala pagando a los grandes productores por sus pérdidas si tienen que sacrificar a sus animales. Esto significa que incluso si las infecciones golpean y los virus se propagan, los productores corporativos no pierden nada matando a sus animales, cortesía del gobierno federal. Y ninguna de estas críticas aborda siquiera los crueles métodos utilizados para sacrificar a los animales infectados.

Dada la infraestructura y las prácticas actuales de nuestro sistema de producción de alimentos, es probable que éste y quizá otros virus sigan circulando y matando a muchos más animales, con la posibilidad de que afecten a más seres humanos en los próximos meses y años. El objetivo de lucro ha determinado durante décadas esta infraestructura y estas prácticas. En el peor de los casos, este objetivo de lucro crea las condiciones perfectas para la propagación de enfermedades. Incluso en el mejor de los casos, facilita el sufrimiento y la muerte de millones de animales. Ambas cosas deberían ser inaceptables para nosotros.

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