En las primeras horas del viernes 15 de septiembre, dirigentes sindicales del United Auto Workers (UAW) pidieron a 12,700 trabajadores de tres plantas de ensamblaje que las cerraran. Esto fue parte de la estrategia del UAW para lidiar con la expiración de los contratos de las “Tres Grandes” compañías automotrices: Ford, General Motors (GM) y Stellantis, con las que Chrysler se ha fusionado. En lugar de apuntar a uno de los Tres Grandes, los dirigentes sindicales recién elegidos han decidido enfrentarse a los tres.
En los días previos a la expiración del contrato automotriz de la UAW, el recién elegido presidente de la UAW, Shawn Fain, utilizó un lenguaje que pocos dirigentes sindicales han utilizado en las últimas décadas: “Algunos en los medios afirman que nuestro sindicato está involucrado en una guerra de clases… la verdad es que la clase obrera en este país ha estado bajo ataque en una guerra de clases unilateral durante décadas.” Esta vez no serán sólo los ricos los que participarán en la batalla. Será bilateral, con la posibilidad de que 150,000 trabajadores del sector automotor en unas 70 plantas movilicen sus fuerzas.
Entre las demandas de la huelga está la de eliminar las estructuras salariales y de beneficios del sistema de niveles, que varía de una empresa a otra. Las nuevas contrataciones y los empleados temporales comienzan con menos de $17 por hora y alcanzan un máximo después de cuatro años de menos de $20 por hora. Los trabajadores a tiempo completo, que a menudo realizan el mismo trabajo, ganan alrededor de $32 por hora. A los trabajadores temporales no se les garantiza una semana laboral completa y también pueden verse obligados a realizar largas horas extras junto con otros trabajadores. Con una inflación del 20% durante la vigencia de su contrato, muchos trabajadores automotrices viven al límite.
Otras demandas incluyen aumentos salariales para todos y el ajuste del costo de vida (COLA) y seguridad laboral con el cambio a la producción de vehículos eléctricos (EV) que requieren menos trabajadores de ensamblaje.
Este arduo trabajo generó a los Tres Grandes alrededor de 250 mil millones de dólares en ganancias en América del Norte en la última década, y 21 mil millones de dólares en los primeros seis meses de este año. Los salarios de sus directores ejecutivos aumentaron un 40% a un promedio de 25 millones de dólares por año, durante los últimos cuatro años. Mientras tanto, los salarios de los trabajadores sólo aumentaron un 6%.
Las compañías automotrices están utilizando la transición a los vehículos eléctricos como una amenaza a los trabajadores. Vimos esto a mediados de los 1970s y ‘80s, cuando los exdirigentes sindicales impulsaron concesiones salariales y de beneficios utilizando la idea de una “asociación” entre los trabajadores y las corporaciones, supuestamente para salvar a las empresas que enfrentaban la competencia de las compañías automotrices japonesas. Durante la crisis económica de 2008 y posteriormente, las administraciones Bush y Obama dieron a las compañías automotrices casi 90 mil millones de dólares de nuestros impuestos y exigieron aún más concesiones.
Los dirigentes sindicales actuales y ciertamente los trabajadores han dicho que es hora de trazar una línea. Al igual que UPS, los dirigentes sindicales han organizado “piquetes de práctica” en las fábricas para activar a los trabajadores y difundir información sobre las negociaciones. Muchos trabajadores están listos y ansiosos por mostrar su voluntad de hacer huelga. Y algunos trabajadores se han preguntado por qué realizar una huelga limitada en tres plantas, cuando podrían haber cerrado toda la industria. Los dirigentes sindicales dicen que su estrategia es convocar a más trabajadores en huelgas sorpresa, si es necesario. Veremos.
Fain tiene razón, esto es una guerra de clases y hemos estado perdiendo. Pero tenemos las fuerzas para ganar. Hoy son 150,000 trabajadores del sector automotor. El mes pasado fueron 340,000 trabajadores de UPS y el otoño pasado, 125,000 trabajadores ferroviarios los que amenazaron con hacer huelga. En los últimos años, los trabajadores de la salud, los maestros y otros en muchos otros sectores de la economía también han movilizado sus fuerzas contra ataques similares.
Cada vez más trabajadores ven que nos enfrentamos a un enemigo común que utilizará todo lo posible para mantener las ganancias. Nos enfrentamos a esto todos los días en el trabajo. Podemos organizarnos ahora para comenzar a lidiar con los problemas diarios y prepararnos para las peleas más importantes.
No podemos predecir el resultado de la huelga de automotrices. Independientemente de hasta dónde llegue y de cuáles sean sus ganancias, tendrán más que si no lucharan. ¡Su lucha es nuestra lucha!